sábado, 23 de julio de 2016

Diospyros digyna, un@ mexican@ andrógin@

Los botánicos dicen de él/ella que es un árbol andromonoico.

Vaya palabro, ¿verdad? Seguid leyendo y lo entenderéis.

Pues sí, amigos, el Zapote negro, Diospyros digyna, de la familia de las Ebenaceae, primo hermano del caqui asiático, es un frutal originario de Mesoamérica (de México al Ecuador) con unos "genitales" psicodélicos, multisexo o como lo llaman los entendidos en reproducción vegetal, polígamo. Hace unos pocos millones de años se cansó de tanta ortodoxia, tanto dioicismo ebenáceo, tanto macho y hembra y quiso divertirse y probar nuevas estrategias de reproducción y supervivencia.

El palabro ANDROMONOICO significa que el mismo árbol lleva flores masculinas y flores hermafroditas a la vez.  Si lo trasladamos al mundo animal, sería un varón (flor masculina de la izquierda) con 8-20 testículos contenidos en un escroto (corola tubular) cada uno de ellos con su respectivo pene emisor de espermatozoides (antera) y un ovario (flor hermafrodita de la derecha) situado en el interior de un útero y rodeado por 8-12 testículos con sus respectivos penes emisores de espermatozoides (polen), con una gruesa trompa de Falopio en el centro (pistilo) terminada en un órgano receptor de los espermatozoides (estigma). ¡Vaya follón genital, ¿verdad?!

Flor hermafrodita a mediados de julio rodeada de numerosas flores masculinas todavía sin abrir.

Corola tubular de la flor anterior con un pequeño orificio en el centro de los pétalos soldados, por donde los abejorros polinizadores introducen su larga trompa para sorber la diminuta gotita de néctar situada en el fondo de la flor. En su probóscide se llevan pegados los granos de polen que fecundarán el ovario de la siguiente flor que visiten, si es hermafrodita, claro.

Flor hermafrodita partida en sentido longitudinal con todos los órganos reproductores claramente visibles en la mitad derecha. Recomiendo ampliar las fotos con un doble click para apreciar mejor los detalles.

Imagen ampliada de una flor hermafrodita. En alguna de estas flores "multisexo" no todos los estambres llegan a desarrollarse, quedando reducidos a un filamento más corto llamado estaminodio que no produce polen.

Descripción de los detalles anatómicos de una flor hermafrodita. Como ocurre en muchas plantas monoicas con flores hermafroditas, en primer lugar madura el pistilo femenino, lo que recibe el nombre de protoginia, siendo su estigma receptivo al polen producido en las anteras de los estambres de otra flor, tanto masculina como hermafrodita, transportado por los abejorros, que son atraídos por una gotita de néctar. Tras la fecundación, el pistilo se cierra y enseguida empiezan a desarrollarse las anteras de los estambres, produciendo polen y una nueva gotita de néctar para atraer a los polinizadores. De esta manera las plantas con protoginia evitan la autofecundación de sus flores hermafroditas, aunque en el caso del Zapote negro, el polen fecundante procede de las flores masculinas del mismo árbol. ¿Una estrategia de supervivencia?

Dos flores masculinas, bastante más pequeñas que las hermafroditas.

Tras retirar la corola amarilla quedan al descubierto los estambres con sus anteras filiformes cubiertas de polen.

Flor masculina partida por la mitad.

El ovario vestigial, atrofiado, abortado o no desarrollado de esta flor masculina presenta una zona de necrosis en su interior, que nos recuerda que en realidad todas las flores del Zapote negro son hermafroditas o monoicas, aunque algunas, quien sabe por qué extraña razón o estrategia de supervivencia, abortan la formación de los óvulos dentro del ovario y éstos se necrosan, desarrollándose solamente los órganos masculinos.

Detalle de los estambres con las anteras filiformes cubiertas de polen.

Frutos todavía verdes en octubre.

Frutos maduros en junio, once meses después de la floración. El Zapote negro vive bien en el clima mediterráneo de Mallorca, cerca de la costa, donde raramente se producen heladas.

Los frutos del Zapote negro tienen la forma típica de todas las Ebenaceae, salvo en su color. Parecen caquis negros.

Maduran de un día para otro, pasando de un intenso verde claro a un verde negruzco cada vez más oscuro a medida que pasan las horas.

Su pulpa en pocas horas deja de ser verde, dura y terriblemente astringente, tóxica y amarga y se convierte en una especie de mousse de chocolate, muy suave, dulce y cremosa.

Fijaos en la melosidad de la pulpa en plena maduración. La piel o exocarpio que recubre la pulpa es tan fina que se puede comer a mordiscos sin pelar.

Semillas contenidas en un fruto procedente de una flor hermafrodita de mi zapote mallorquín. Se puede ver el primordio de la raíz iniciando la germinación dentro del mismo fruto en cuanto éste ha madurado.

Comparándolas con las semillas que me mandó un joven mexicano hace unos 11 años, de una de las cuales nació el Zapote negro que me da frutos desde hace un lustro, resultan curiosas las diferencias en tamaño y forma, mucho más grandes, aplanadas y arriñonadas las generadas en México, su tierra natal, que las producidas por mi zapote, su hijo mallorquín.

Las semillas de los frutos de mi Zapote negro son perfectamente viables. Ahí tenéis la prueba. A las tres semanas de sembrarlas en una maceta situada a pleno sol germinaron dos de ellas. Son por tanto producto de la autofecundación, lo cual significa que el Diospyros digyna es autofértil.

En su genoma llevan una combinación de los genes de su madre, como si de hijos clónicos se tratase.

¿Superó el Zapote negro hace millones de años una etapa de extremo peligro de extinción en la que sólo quedaban unos pocos ejemplares en toda Mesoamérica? ¿Lo hizo con una mutación espontánea que transformó alguna de sus flores hermafroditas en flores 100% masculinas funcionantes, abortando los óvulos de su ovario y desarrollando únicamente los estambres? ¿Consiguió así un árbol solitario escapar a la extinción volviéndose autofértil, soslayando la protoginia y produciendo semillas viables?