sábado, 26 de julio de 2014

Gardenia thunbergia, la fragancia de Sudáfrica


Quiero empezar esta entrada con la bellísima canción de Antonio Machín, Dos gardenias, una de las más bonitas y mundialmente conocidas de su repertorio. 

Aquí tenéis el enlace a Youtube y abajo la letra (Recomiendo abrir el audio en una pestaña o ventana nueva para ir leyendo mientras se escucha la canción):


Dos gardenias para ti,
con ellas quiero decir:
te quiero, te adoro, mi vida.
Ponle toda tu atención 
porque son tu corazón 
y el mío.
Dos gardenias para tí
que tendrán todo el calor 
de un beso,
de esos besos que te di 
y que jamás encontrarás 
en el calor de otro querer.

A tu lado vivirán 
y te hablarán 
como cuando estás conmigo 
y hasta creerás 
que te dirán 
te quiero.
Pero si un atardecer 
las gardenias de mi amor 
se mueren,
es porque han adivinado
que tu amor se ha terminado
porque existe otro querer.

A tu lado vivirán 
y te hablarán 
como cuando estás conmigo
y hasta creerás 
que te dirán 
te quiero.
Pero si un atardecer 
las gardenias de mi amor
se mueren
es porque han adivinado 
que tu amor se ha terminado
porque existe otro querer.

Gardenia thunbergia en febrero, cultivada en el Jardín botánico de Sóller. Este arbusto o pequeño árbol de la familia de las Rubiaceae crece de forma natural en los bosques que circundan la ciudad de El Cabo y en las provincias de Natal y Transkei de la República de Sudáfrica.

Misma Gardenia thunbergia anterior en plena floración en julio. La belleza de sus flores y la fragancia extraordinaria que desprenden han cautivado a los jardineros desde hace varios siglos y en la actualidad es ampliamente cultivada en todas las regiones del mundo con un clima mediterráneo semejante al de Sudáfrica. En los famosos Jardines londinenses de Kew se cultiva desde el año 1773.

Hojas muy lustrosas de Gardenia thunbergia.

Flor de Gardenia sudafricana de un luminoso blanco inmaculado, que se abre en el extremo de un largo tubo, en el fondo del cual está el néctar que sólo puede ser alcanzado por la probóscide de grandes insectos sudafricanos nocturnos de la família Sphingidae, que son sus polinizadores en su hábitat natural.

 Detalle de los ocho estambres y el pistilo.

 Fruto de Gardenia thunbergia fotografiado en el Jardín botánico de la Orotava en Tenerife.

Otro fruto de Gardenia thunbergia.



sábado, 12 de julio de 2014

Una anciana japonesa de 300.000.000 años

Cycas revoluta, un eslabón en la evolución a medio camino entre los helechos y las palmeras que vio nacer a los dinosaurios.

Magnífica Cycas revoluta hembra con una vigorosa brotación estival, cultivada en el Jardín Botánico de Sóller. 

Las primitivas Cycadaceae y Zamiaceae se parecen tanto a las más evolucionadas palmeras, que todo hace suponer que éstas son sus descendientes evolutivas directas. A su vez estas dos familias de plantas antiquísimas descienden de una o más especies de helechos ancestrales, que consiguieron transformar sus microsporas masculinas en polen y sus megasporas femeninas en semillas. Las coníferas, las bromelias y las Araceae, todas ellas con inflorescencias en estróbilo, serían también descendientes directos de helechos primitivos, aunque habrían evolucionado por separado a partir de algún ancestro común o de distintos ancestros, que fueron capaces de transformar sus megasporas femeninas en semillas por convergencia evolutiva.

Cuatro Cycas revoluta centenarias embelleciendo los fantásticos Jardines de S'Hort del Rei que circundan la catedral de Palma de Mallorca.

 Una de las Cycas revoluta anteriores con una brotación espectacular.

Se tiene constancia del hallazgo de su posible antepasado fósil, una planta todavía más primitiva a medio camino entre un helecho y una conífera que por desgracia se extinguió. Era muy parecida a las actuales Zamiaceae del género Encephalartos. Se trataba de un helecho muy evolucionado, que fue capaz de producir megasporas femeninas que no eran dispersadas por el viento sino que se quedaban en el esporangio, germinaban en él y daban lugar a un gametofito femenino con una gran oósfera, la cual era fecundada por un anterozoide procedente de un gametofito masculino. Tras la fecundación se formaba un embrión, un esporofito que paralizaba su crecimiento y entraba en diapausia o reposo. Acababa de nacer la primera semilla. Cuando caía en un medio adecuado, el embrión reiniciaba su crecimiento y daba lugar a una nueva planta, la primera capaz de reproducirse por semillas.

 Inflorescencia femenina de Encephalartos lehmannii de Sudáfrica de la família de las Zamiaceae. Su estróbilo repleto de megasporas femeninas transformadas en semillas tiene un parecido incuestionable con los estróbilos de los helechos de la família de las Equisetaceae, los conos de las Pinaceae y la deliciosa piña tropical de la bromeliácea Ananas comosus.

Inflorescencia masculina de Cycas revoluta en forma de cono o estróbilo iniciando la floración en la segunda quincena de junio. Este ejemplar macho procede de un hijuelo lateral arrancado del tronco de su padre clónico. No tenía raíces. Me lo regaló un vecino. Lo planté en una maceta y me agarró enseguida. Unos años después lo trasplanté a su lugar definitivo entre dos naranjos de mi jardín.

Mismo estróbilo masculino anterior en plena floración a principios de julio.

Siempre se había creído que, al igual que en las coníferas, la polinización de las Cycadaceae y las Zamiaceae era llevada a cabo exclusivamente mediante la acción del viento, que transporta el polen de los estróbilos masculinos a los estróbilos femeninos, pero ultimamente se ha constatado también la polinización por insectos, como ocurre en las palmeras, que combinan la acción del viento con la de las abejas y abejorros. Ver artículo australiano --> Cycad pollination

 Otro espectacular estróbilo masculino en un ejemplar del Jardín Botánico de Sóller.

 Y aquí tenéis la prueba irrefutable de que la inflorescencia masculina de la Cycas revoluta es visitada por abejas melíferas. No os puedo asegurar que encuentren néctar, pero sus patas traseras cargadas de polen nos hablan por si solas de lo que buscan estas incansables recolectoras entre los esporangióforos de esta larga inflorescencia. Si es verdad que la Cycas revoluta es polinizada por insectos en su Japón natal, éstos deben ser más pequeños que la abeja europea, pues se ve claramente en el video como intentan entrar una y otra vez entre los resquicios que separan los esporangióforos y sólo algunas veces lo consiguen. Eso sí, las abejas que logran entrar salen al cabo de un rato con dos grandes bolas de polen blanco en sus patas traseras.

Esporangióforos maduros en cuya cara inferior se encuentran los microsporangios masculinos repletos de polen. La semejanza con la reproducción de los helechos, en especial de los Equisetum, es asombrosa. 

Levantando los esporangióforos se ven los microsporangios ya abiertos, que han dispersado los granos de polen con la ayuda del viento o bien las abejas los han recolectado. Falta dilucidar si los megasporangios femeninos de la Cycas revoluta producen néctar o alguna feromona para atraer a las abejas, que llevan pegado sobre su cuerpo el polen de algún ejemplar masculino.

Detalle de los microsporangios en plena dispersión del polen. La mayoría tienen sus valvas abiertas y están vacíos, pero todavía quedan algunos sin abrir. Llama la atención la abundante pilosidad fieltrada que recubre el esporangióforo.

Cycas revoluta hembra en los Jardines de S'Hort del Rei de Palma de Mallorca.

Misma Cycas revoluta anterior con un cono femenino en plena floración.

 Inflorescencia femenina de la Cycas revoluta anterior. La presencia de esporangióforos secos con semillas maduras en su parte inferior indica que el año anterior ya floreció. Los esporangióforos nuevos se ven muy tiernos en la parte superior.

 Misma inflorescencia, cono o estróbilo anterior. Se ven muy bien las semillas maduras en la parte inferior de los esporangióforos. Cada uno de ellos produce varias megasporas que al ser fecundadas se transforman en semillas rojizas repartidas a los lados de su tallo.

Los esporangióforos femeninos son en realidad hojas modificadas. De ahí su aspecto plumoso. Las megasporas se encuentran a los lados del tallo inferior de cada esporangióforo. La Cycas revoluta de la imagen mide casi dos metros y al estar en unos jardines públicos no me he atrevido a arrancar un esporangióforo para ver los detalles. En mi jardín tengo una Cycas revoluta macho que ya lleva tres años seguidos floreciendo y dos Cycas más pequeñas que todavía no han florecido nunca. Confío en que alguna de las dos sea hembra y así en unos años podré por fin satisfacer mi extrema curiosidad.

Inflorescencia femenina de otra Cycas revoluta a finales de julio, fotografiada en un jardín particular del municipio de Sóller en Mallorca.

Numerosas semillas maduras de la Cycas revoluta de la primera foto de esta entrada.

Inflorescencia femenina fotografiada a finales de octubre en los Jardines de Son Vivot en el municipio de Bunyola en Mallorca.

Base de los esporangióforos femeninos de la inflorescencia anterior con algunas megasporas fecundadas ya desarrolladas como semillas viables y numerosas megasporas abortadas sin fecundar a lo largo del tallo de los esporangióforos.

Detalle de dos megasporas fecundadas (semillas primitivas) con numerosas megasporas abortadas sin fecundar.

Esporangióforo femenino (fronde fértil similar a los de los helechos) con alguna megaspora sin fecundar a lo largo del pecíolo.

Hace tres años compré estos cuatro frutos por dos euros en el mercado dominical del municipio mallorquín de Santa Maria del Camí.  

Tras retirarles la cubierta fibrosa sembré las semillas en macetas individuales, pero sólo germinó una de ellas.

Se puede acelerar y/o facilitar la germinación cascándolas con un golpe suave y seco con un martillo o con un cascanueces. Luego se siembran en una maceta con tierra vegetal sin encharcarlas con riegos excesivos, para evitar que se pudran.

Esta es la cosecha de frutos de Cycas revoluta de mis amigos Jaume y Matilde en su fantástica finca de Son Vivot: unos cinco kilos producidos por tres cicas hembra.

Están cubiertos de una pelusilla muy irritante para la mucosa de la boca de los animales, cuya finalidad es la de evitar que se los coman.

Todas las partes de la Cycas revoluta son extremadamente tóxicas, sobretodo las semillas, que concentran grandes cantidades de CICASINA y otros venenos hepatotóxicos, hemotóxicos y neurotóxicos, que pueden llegar a matar al 75% de los animales que osan alimentarse de las hojas o los frutos. Los más de 300 millones de años de evolución le han permitido desarrollar múltiples estrategias de supervivencia, como los venenos, las espinas y la pelusilla de los frutos, para disuadir o eliminar a los depredadores, con los que ha convivido durante tantísimo tiempo, empezando por los dinosaurios fitófagos.

 Peligrosas espinas de unos 10 centímetros duras como el acero que rodean y protegen al cogollo o corazón de la Cycas. Los pecíolos de las hojas también están protegidos por espinas muy duras aunque algo más cortas. A su vez los folíolos de las hojas, además de ser muy correosos y difíciles de masticar por los herbívoros, acaban en una espina en su ápice.

Y al igual que el otro fósil viviente asiático, el Ginkgo biloba, la Cycas revoluta ha sobrevivido a las grandes extinciones que han borrado de la faz de la Tierra más del 90% de las especies animales y vegetales en los numerosos cataclismos que la han asolado. ¿Sobrevivirá también a la plaga humana? Yo creo que sí. Ya lo hizo con los dinosaurios.